Baltasara Calderón de
Rocafuerte
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Baltasara Calderón de Rocafuerte (1806 - 1890) |
A la edad de 36 años,
Baltasara contrae nupcias con Vicente Rocafuerte, en la capilla del Palacio
Episcopal de Guayaquil el 10 de febrero de 1842. Durante la presidencia de su
esposo, se desató la epidemia de fiebre amarilla en el Ecuador, cayendo ella
enferma, y pronto se recupera. Se moviliza con su esposo a Quito luego de que
este dejara la Gobernación, y luego parte junto a él a Lima en el exilio.
Regresan ambos a Ecuador en noviembre de 1845, luego de la Revolución Marcista.
Juntos salen nuevamente de Guayaquil en 1846, desembarcando en Callao en
diciembre del mismo año, donde Rocafuerte enferma, y escribe su testamento,
nombrándola heredera de todos sus bienes. Queda viuda la madrugada del 16 de
mayo de 1847, y es desde Lima que comienza su obra benéfica.
Envía desde Lima parte de la biblioteca dejada por Rocafuerte al colegio San Vicente del Guayas, hoy llamado Vicente Rocafuerte. Regresó en 1857 a Guayaquil, y en esta ciudad se convierte en la protectora del Cuerpo de Bomberos de Guayaquil, construyendo un depósito para la bomba contra incendios contigua a su casa. En diciembre de 1873, entregó a través del Ministerio de Hacienda al Presidente de la República la cantidad de nueve mil pesos para el fomento de los caminos de las provincias del Azuay e Imbabura.
En 1881, Baltasara Rocafuerte, junto a
Teresa Jado de Urbina, Dolores R. de Grimaldo, Adela S. de Vélez, Zoila Dolores
Caamaño y Bolivia Villamil de Ycaza, fueron nombradas por la Municipalidad de
Guayaquil para galardonar en méritos de filantropía a las señoras de la ciudad
de Guayaquil que hubieren realizado obras en beneficio de los indigentes y más
necesitados durante las festividades de la independencia en el mes de octubre.
Se dedica a invertir su fortuna en instituciones de beneficencia,
establecimientos educativos, juntas curadoras de escuelas de niños y niñas,
hospitales, cuerpos contra incendios y demás.
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Vicente Rocafuerte (1783 - 1847) |
Fallece abandonada de sus familiares
debido a las creencias de la época de ser contagiosa la enfermedad, el 7 de
junio de 1890. Fue sepultada en el mismo mausoleo que Mercedes Ayluardo
construyó para sus hijos el 8 de junio de 1890.
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